"En Europa, una mujer estaba a punto de morir de cáncer. Un medicamento podría salvarla, una forma de radio que un farmacéutico en la misma ciudad había descubierto recientemente. El farmacéutico lo vendía a 2.000 dólares, diez veces más de lo que el medicamento le costó fabricar. El marido de la mujer enferma, Heinz, fue a pedir prestado dinero a todo aquel que conocía, pero sólo consiguió reunir cerca de la mitad de lo que costaba. Él le contó al farmacéutico que su mujer se estaba muriendo y le pidió que se lo vendiera más barato o que le permitiera pagar más tarde. Pero el farmacéutico dijo que no. El marido se desesperó y forzó el almacén del hombre para robar el medicamento para su mujer. ¿Debería el marido haber hecho eso? ¿Por qué?"
Desde mi punto de vista, la decisión de robar un medicamento para salvar a un ser querido refleja el amor y la lealtad hacia esa persona, aunque también plantea preguntas importantes sobre la moralidad y la justicia. Desde una perspectiva legal, el acto de robar es incorrecto, pero desde un punto de vista moral y personal, puede ser visto como una acción comprensible.
Si yo estuviera en esta situación, haría todo lo que estuviera en mis manos para salvar la vida de mi pareja, mi familia más cercana (mis padres, hermanos y abuelos) y aquellas amigas que siempre están cuando las necesito, ya que por ellos daría todo. Por el contrario, si esta situación fuera para salvar a una persona desconocida, por muy egoísta que suene, yo no robaría el medicamento.
Con este acto de ir en contra de las normas, a pesar de la difícil decisión y la ética, puedo mostrar el amor y la protección hacia mis seres queridos.
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